Vuestro relato...

 

 

Y vuestras palabras...
se deslizaban por mi cuerpo,
como una mano sinuosa,
profanando los misterios
de mi alma enardecida,
ante el deseo de ser poseída
por esa despiadada forma
de incitar mis pensamientos.
¡Os deseaba tanto!...
que dolía el deseo entre mis muslos,
entre las paredes de una gruta
humedecida por unas manos...
Manos que sin rozar mi geografía,
conquistaban los abismos
mas insospechados de mis deseos.
Alborotada y agitada por
vuestro relato, me fui sumergiendo
en vuestros enigmas,
dejándome seducir y vencer
por una extraña e ilógica fuerza
que me gobernaba.
Era el deseo que se materializaba.
Mis manos, que no eran mis manos,
eran el desafío de vuestra
embravecida virilidad, azotando
con suma furia, la debilidad un alma
que se entrega complacida ante
los placeres de su sueño.







Derechos de autor
María del Carmen Tenllado Yuste
(Damablanca).

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Fecha 16-ene-2010 0:00 UTC